La llegada de Juego de Tronos a las pantallas generó una especie de mantra que los treintañeros repiten sin cesar temporada tras temporada: “Buah, el enano, ¡el enano es el puto amo!”.
El personaje de George R. R. Martin nos fascina; mientras en nuestra mente planea la sombra de los bufones de Velázquez y el anuncio de Amena, aquí se nos muestra a un hombre digno, inteligente, y que no se ve limitado por su condición a la hora de alcanzar sus objetivos. Pero a lo largo de la historia, muchas personas afectadas de algún tipo de enanismo han vivido vidas apasionantes y curiosas. Hagamos un repaso de los más destacados, en orden cronológico.
Seneb (2520 a.C.)
En el Antiguo Egipto, ser enano no se consideraba un defecto físico, existiendo incluso dos dioses así representados: Bes y Ptah. El descubrimiento en 1926 de la tumba de Seneb, un importante funcionario aquejado de acondroplasia, demostró que en ocasiones ostentaban cargos de gran prestigio. Seneb poseía veinte palacios, estuvo casado con una sacerdotisa de alto rango, y fue enterrado en su propia mastaba.
Encontramos otro ejemplo en el Imperio Antiguo con la estatua de Khnumhotep, supervisor de los sacerdotes funerarios, y otro en el impresionante sarcófago de granito del bailarín sagrado Djeho.
… Pero tras unos siglos de gloria y respeto todo se tuerce para las personas bajitas, que pasan a quedar relegadas al mundo del circo, de las curiosidades científicas y a acompañar a nobles para que estos parezcan más altos y poderosos. Veamos algunas excepciones.
Richard Gibson (1615 – 1690)
Gibson comenzó su carrera como paje, pero su talento artístico natural le permitió vivir como pintor de miniaturas en la Corte inglesa durante cuatro reinos consecutivos (sin librarse de los chistes derivados de que alguien de su tamaño pintase miniaturas). Se casó con una enana de la corte y juntos tuvieron nueve hijos, todos ellos de estatura normal.
Jeffrey Hudson, alias «Lord Minimus» (1619 – c. 1682)
No soy la primera en establecer comparaciones entre la vida de este personaje y la de Tyrion Lannister, ya que ambas son apasionantes y trágicas.
Admirado por sus bonitas proporciones, vivió en la corte inglesa y francesa entreteniendo a la nobleza hasta que decidió dejar ese desagradecido papel. Cuando un cortesano le ofendió, Jeffrey le retó a un duelo a caballo con pistolas, pero el contrincante prolongó la burla presentándose con una pistola de agua, y se llevó un disparo (de verdad) en la frente. Jeffrey fue exiliado de Francia, su barco capturado por piratas, y él vendido como esclavo en el Norte de África, donde pasó los siguientes 25 años trabajando en el campo. Tras su liberación regresó a Inglaterra, probablemente esperando algún tipo de pensión, pero se le relacionó de alguna manera con el Complot Papista de 1678 y terminó encarcelado durante unos 5 años. Murió poco después de salir de prisión.
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Maribárbola (? – ?) y Nicolasito Pertusato (c. 1635 – 1710)
Se dice que en la corte de Felipe IV había al menos 110 enanos, pero Maribárbola y Nicolasito merecen su puesto en esta lista por haberse colado en el cuadro español más famoso, Nicolasito además pateando a un perro. El photobombing más magistral de la historia de la pintura.
François de Cuvilliés (1695-1768)
Este arquitecto y diseñador bávaro, pieza fundamental del Rococó centroeuropeo, empezó su andadura como casi todos: entreteniendo a los nobles. Maximiliano II Manuel de Baviera vio potencial en él, y le envió a estudiar a París, de donde regresó para ocupar su nuevo cargo en la corte; esta vez el de arquitecto.
Józef Boruwłaski (1739-1837)
El más viajero de todos, Józef recorrió las cortes europeas y fue muy admirado por su apariencia, su inteligencia, su habilidad con la guitarra y el violín y sus modales hasta el punto de que otro enano menos agraciado intentó asesinarle.
El enano Richebourg (1768-1858)
El espía más pequeño según el Libro Guinness de los Records (58cm). Durante la Revolución Francesa, algunos nobles le emplearon para enviar mensajes secretos dentro y fuera de París vestido de bebé con cartas camufladas entre su ropa.
El General Tom Thumb (1838-1883)
Bautizado Charles Sherwood Stratton, hizo de su trabajo como enano circense un negocio millonario, convirtiéndose en uno de los personajes más populares de la época en Estados Unidos. Su boda ocupó la primera página de los periódicos y el propio Abraham Lincoln le recibió en la Casa Blanca.
Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901)
Al igual que Tyrion, nació en una familia de aristócratas de la que se sentía apartado por su apariencia física. También como él, estaba a gusto entre las clases bajas, frecuentaba prostíbulos y era adicto a la bebida, hasta el punto de ahuecar su bastón para llenarlo de alcohol. Además de en estas cosas, Toulouse-Lautrec se refugió en el arte y hoy día se le considera uno de los máximos exponentes del Post-Impresionismo junto a Cezanne, Gauguin y Van Gogh.
La familia Ovitz
De acuerdo, Tyrion sale vivo de toda situación, pero es que estos enanos se pasaron Auschwitz, jefe final incluido.
La familia Ovitz estaba formada por 12 hermanos actores y músicos, 7 de ellos enanos. Bajo el nombre de la Lilliput Troupe, recorrieron Rumanía, Hungría y Checoslovaquia entre los años 30 y 40, hasta que en 1944 fueron deportados al campo de concentración. En un lugar donde el más mínimo defecto físico te enviaba a la cámara de gas, la familia sobrevivió al completo. ¿Su salvador? Nada menos que Josef Mengele, el Ángel de la Muerte, que aunque experimentó con ellos, insistió en mantenerles con vida.
Michel Petrucciani (1962-1999)
Este famoso pianista de jazz, considerado uno de los mejores de su generación, sufría osteogénesis imperfecta, que además de impedir su crecimiento y hacer quebradizos sus huesos, le provocaba un dolor constante en los brazos. Eso no le impidió marcharse a París con 15 años desobedeciendo a su familia para labrarse una carrera musical meteórica que culminó con su muerte a los 36 años.
Y aquí acaba mi pequeño recorrido por las vidas de grandes hombres; ¿me dejo alguno? ¡Contádmelo en los comentarios!
Pixel Art: Tyrion, no muy interesado en la seta de Super Mario Bros (1985)