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El Baile de los Ardientes, fire in the disco!

posted by pixelskaya agosto 6, 2015 1 Comment

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El hombre ha celebrado fiestas desde el origen de los tiempos; ergo, desde el origen de los tiempos, las fiestas se han ido de las manos. El Bal des Ardents, o Baile de los Ardientes, fue una de las más famosas, y como habréis adivinado, el nombre se le puso a posteriori.

Este hecho histórico debe su fama fundamentalmente a que uno de sus protagonistas fue el mismísimo Rey de Francia, Carlos VI. Un monarca que inició su reinado bajo el sobrenombre de “El Bienamado” por las beneficiosas reformas que inició en el país, pero que, tras una serie de anécdotas sin importancia (matar a varios de sus hombres a espadazo limpio, no cambiarse de ropa en 5 meses, afirmar estar hecho de cristal), pasó a ser conocido como “El Loco”.

 

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Carlos VI, en el centro, atacando a sus propios caballeros en mitad de una campaña militar.

 

Tras las primeras demostraciones de locura, el médico real ordenó a la Corte y a los asesores del Rey que le mantuvieran entretenido y tranquilo, alejado de las presiones de su cargo. Comenzó entonces una época de incesantes y extravagantes festejos para la nobleza de la capital, algo que los parisinos no vieron con muy buenos ojos en plena Guerra de los Cien Años.

Fue en este clima decadente cuando, el 28 de enero de 1393, se celebró el matrimonio de una de las damas de compañía de la Reina con un baile de máscaras. Cinco caballeros de la Corte se disfrazaron, junto al Rey (que iba de incógnito), de hombres salvajes, para lo cual cosieron a sus ropas tela de lino empapada en cera resinosa de la que colgaban cabos de cáñamo. Al ser disfraces altamente inflamables, se prohibió el fuego en la sala. Pero Luis, el hermano del Rey, llegó tarde y borracho a la fiesta, alumbrándose con una antorcha…

 

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Los Ardientes, de izquierda a derecha: Carlos VI escondido entre las faldas de su tía, cuatro caballeros en llamas, y uno metido en un barril de vino. Mi favorito es Luis, arriba, sonriente con la antorcha entre las manos.

 

El Rey sobrevivió gracias a la rápida actuación de su tía de 15 años, que le tapó con su falda. Otro ardiente sobrevivió al lanzarse dentro de un barril de vino, pero los demás murieron. Los ciudadanos de París vieron en este suceso un claro ejemplo de la depravación de la nobleza, y ante la amenaza de revueltas violentas, la Corte entera tuvo que hacer penitencia en Notre Dame.

La Historia se repite, y más aún si el tema en cuestión es un desmadre festivo entre los más privilegiados. Sin salir de Francia, siglo y medio después, el Rey Enrique II moriría participando en una justa durante la boda de su hija. Y, entre otros factores, el estilo de vida fiestero y despreocupado de la nobleza desencadenaría en 1789 la Revolución Francesa.

 

 

Pixel Art: El Baile de los Ardientes trasladado a la fiesta de la Gobernadora Marley en Monkey Island 2: LeChuck’s Revenge (1991)